Más allá de una raya en la piel
- Alejandra Mejía
- 1 oct 2016
- 3 Min. de lectura
Recuerdo claramente cuando mis padres me decían: "No te puedes hacer un tatuaje, eso solo se hacen los delincuentes", comentaban entre risas; sin embargo con el pasar del tiempo y de los años la concepción que yo me iba formando del tatuar y de ls tatuajes fue cambiando. Tengo que aceptar que tomar la decisión de hacerme el primero fue una de las cosas más emocionantes de mi vida, y sí, tal vez no es el más bonito de los tatuajes pero cada vez que lo miro me recuerda a una etapa de mi vida, algo que marcó mi personalidad.
Pasaron un par de años hasta que decida tener otro tatuaje; y que no los engañe la idea de tener que pensar en el diseño, la situación económica de una estudiante no suele ser la más favorable para ahorrar para un buen artista. Pero así fue, tuve la oportunidad de reunir el dinero y tener mi segundo tatuaje; este un poco más significativo y grande que el anterior. Me resulta imposible olvidar la reacción que tuvo mi familia apenas lo vieron, no podían creer que era "tan grande" (en sus palabras); si me preguntan, en mi opinión no es tan grande, pero su colorido lo vuelve un punto de atención en mi cuerpo.
Los primeros días fueron los más emocionantes. Como un niño con un juguete nuevo lo mostraba orgullosa y contenta. Pasó la cicatrización y sus colores comenzaron a brillar. Dejó de ser una novedad y pasó a ser parte de mí. De repente al verme el brazo me asombraba, aún sin acostumbrarme al hecho que tendría algo para siempre. Pasaron los meses y cada día lo fue queriendo más; se convirtió en parte de mi historia, parte de quien soy.
Siempre me han dicho y se ha dicho que hacerse un tatuaje debe ser una decisión acertada y muy bien pensada; hasta ahora no me arrepiento de haberme tatuado. Haber estado sentada en esas sillas por horas, tan solo sintiendo el golpeteo continuo de las agujas sobre tu piel logra causar sensaciones que realmente llegan a ser indescriptibles, deja de ser un dolor intenso y pasa a ser una especie de danza sin fin de las sensaciones. Lo sé, muchos dirán "pero si duele" y claro que duele, pero el momento en el que te comprometes con ese dolor y comienzas a ver los resultados sobre tu piel, deja de ser una aguja inyectando tinta en tu piel y pasa a ser una historia siendo impresa en ti. Pasas a ser parte de ese gran mundo infinito al que conocemos como arte.
Los tatuajes han sido parte fundamental en el desarrollo de variadas culturas a lo largo de la historia; estando en pleno siglo XXI, es posible encontrarnos que esta rama artística ha ido evolucionando, tanto que ha logrado romper barreras culturales o dogmáticas que se han tenido en la sociedad con el paso de los años.
Los invito a disfrutar del arte, de la forma que ustedes más lo aprecien; de la misma forma, lo invito a conocer el arduo trabajo que realiza cada uno de los artistas al momento de diseñar y tatuar a una persona. Es un arte que poco a poco ha ido ganando la apreciación que en realidad se merece. Con esto pretendo darles la bienvenida a Quito Ink, un espacio en el que ustedes podrán encontrar a los artistas locales y de la misma forma será una manera de unir a quienes aman y disfrutan de este arte.
¡Gracias por leer!
Quito Ink

(Una foto "medio decente" donde se ve el tatuaje. JAJA)
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